El Encuentro de los Samurais
Regresamos con Takeda Sogaku; en su retiro (1915) entrenaba e impartía clases a unos cuantos elegidos. Su eficacia empieza a ser casi legendaria, consiguiendo formar a excelentes peleadores. Sin embargo, ninguno le parece digno de ser su sucesor y de enseñarle todos los secretos de su arte. Pero una tarde, mientras descansaba tomando algo, vio al famoso de joven de 32 años de edad, en un viejo albergue de Enraku, Hokaido, quien impresionó al viejo samurai.
Éste se da cuenta que por primera vez alguien podría derrotarlo(esto cuando Takeda tenía 60 años). Convierte a este joven en su alumno y en tan solo cinco años se...
vuelve el Memkyokaiden (al que le han enseñado todo) de la escuela de Takeda. El alumno pronto supera al maestro y comienza otra leyenda de las artes marciales; este joven no era otro sino el mismísimo Morihei Ueshiba, futuro creador del Aikido.
vuelve el Memkyokaiden (al que le han enseñado todo) de la escuela de Takeda. El alumno pronto supera al maestro y comienza otra leyenda de las artes marciales; este joven no era otro sino el mismísimo Morihei Ueshiba, futuro creador del Aikido.
O Sensei demostrando la suavidad del Aikido
Durante su entrenamiento con Takeda, Morihei parecía haber olvidado todo lo demás, lo invitó a su granja en Hokaido a vivir en donde lo cuidó con gran abnegación. Ahí fue donde Morihei aprendió la importancia de hacer siempre el bien a los demás, pues a pesar del respeto que sentía por su maestro, también le tenía lastima porque siempre estaba en guardia, esperando a su enemigo, temiendo por su vida, incluso en esa época seguía cuidando igual la elaboración de su comida, pero Morihei había ganado su confianza y trató de hacer de la vida de su maestro lo mas tranquila posible.
Cuenta Minoru Mochizuki (quien estaba estudiando en el dojo del maestro Ueshiba en esos tiempos): “estaba solo, ya que el maestro había salido. Después de comer sentí una voz que me interrogaba: ¿Esta Ueshiba aquí adentro?”
“Me pregunté quién sería ese hombre. Fui hacia el sitio de donde surgía la voz y vi a un hombre de baja estatura y ya muy viejo. Era Takeda Sogaku, le expliqué que el maestro Ueshiba había salido. Él me preguntó: ¿Practica el Judo de Jigoro Kano? Cuando respondí afirmativamente me dijo: Eso no es ni Budo ni Bujitsu” “Entonces entró a la casa señalando con el bastón hacia la puerta de una habitación y me preguntó: ¿Qué es esto? ¿el dojo? ¡Abra la puerta!”
“Después me hizo abrir el baño, la cocina, la habitación de Ueshiba sensei..., en pocas palabras, todas las habitaciones. Entonces se sentó en el Tokonoma con su bastón. Era casi verano y el brasero no estaba prendido. Pero se lo arrimó hacia él. Era de tamaño bastante grande. Cogió un par de pinzas de brasero y las puso junto a él. Me fijé mucho en su absoluta cautela. Le pregunté si quería té y él insistió en preparárselo él mismo; por si a caso las hojas de té estuvieran envenenadas me hizo probar el té primero que él. Me dijo que era la etiqueta que yo bebiera primero, pero sabía que no era cierto. Me pidió algo para comer, le dije que iría a comprarlo, pero el buscó en un armario y encontró un recipiente con galletas y me ofreció para que comiera una. Le dije que después de él, mostrándome cortés, pero él me respondió con autoridad: ¡COME!”.
Hasta sus últimos días Takeda Sogaku actuó con cautela, cuidándose siempre de la venganza de alguno de los aliados de los que mató (hay que recordar que la gente involucrada en la matanza de Aizu que mató Takeda, era gente poderosa en su tiempo).
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