El Fundador del Aikido - Maestro Morihei Ueshiba
"El campeón, sin sospechar, se movió también. De pronto se dio cuenta de la trampa.... pero ya era demasiado tarde."
Una mañana, en los primeros años de 1900, una pequeña aldea situada en las afueras de Tokyo, Japón, estaba llena de agitación. Desde la época de los samurais errantes la aldea no era presa de semejante agitación.
Esporádicamente se escuchaban los gritos de los aldeanos. "¿Cual es su nombre?" "¿Es acaso el famoso esgrimista de Wakayama?" "¿Retará a nuestro campeón?"Al amanecer, mientras el sol se elevaba sobre las montañas junto a la aldea, nadie trabajaba los campos de arroz. Esto era poco usual, ya que...
normalmente a esa hora la aldea estaba desierta y en silencio. Sólo algunosperros y gatos utilizaban el polvoriento camino.
normalmente a esa hora la aldea estaba desierta y en silencio. Sólo algunosperros y gatos utilizaban el polvoriento camino.
Los hombres, mujeres y niños trabajaban en los arrozales desde el amanecer hasta el anochecer. Hasta los bebes estaban en los arrozales con sus madres quienes los llevaban amarrados sobre sus espaldas.
Pero hoy los aldeanos se encontraban alrededor de su gran campeón quien había sido retado por un joven novato de Wakayama. Todos esperaban que el novato fuera una víctima más en la larga lista de sus victorias. El héroe de la aldea había enfrentado y vencido a contendientes de todo el país pero nunca antes había luchado en su propia aldea. Siempre había sido él quien fuera de lugar en lugar buscando contendientes.
Por primera vez sus admiradores podrían verlo en acción.
Mientras la multitud esperaba impacientemente a que apareciera el retador alguien le pidió al campeón.
"¡Cuéntanos sobre tu último duelo!". El campeón, un hombre de contextura delgada con algunos cabellos grises en las sienes, habló suavemente. "Siempre recordaré al último retador pues estuvo a punto de vencerme. Tenia la contextura de un toro pero no era rápido con sus manos. Intento cansarme pero fui demasiado rápido para él."
Mientras el campeón caminaba hacia una piedra alta y pulida para sentarse alguien más le hizo una pregunta.
"¿Que opinas de este esgrimista de Wakayama?"
El gobernador de Hawaii, William Quinn da la bienvenida al Maestro Uyeshiba y sus mejores estudiantes. De izquierda a derecha: El gobernador Quinn, el Maestro Uyeshiba, Nobuyoshi Tamura, 6to grado (roku-dan), y Koichi Tohei, 9no grado (ku-dan).
Lentamente se volteó para mirar a la persona que había hablado. Se detuvo unos momentos, humedeció sus labios y pausadamente respondió: "Por lo que he oído, es joven, fuerte y hábil con la espada."
No bien había terminado de contestar una pregunta cuando otra le era formulada. Por unos momentos la multitud olvidó el reto mientras escuchaban ávidamente a su campeón. Cuando el sol alcanzó su cenit y empezó a quemar sus cabezas desnudas empezaron a sentirse incómodos. El sudor empezó a correr por sus frentes y sus cuellos. Por respeto al campeón no se movieron a un lugar más fresco. De vez en cuando uno de los aldeanos se protegía los ojos del sol para poder ver el camino...
buscando impacientemente al contrincante.
Llega el retador
Ya por la tarde se pudo vislumbrar la figura de un caminante. Si era o no el retador, nadie lo sabía.
Estaba vestido con un kimono negro. Un ancho sombrero circular, semejante a una canasta, descansaba sobre su cabeza y un par de "geta" (sandalias altas de madera) protegían sus pies del polvoroso y caliente camino.
Mientras el viajero se aproximada a la multitud los ansiosos rostros mostraron su desaprobación. Sus frentes se arrugaron. Sus ojos se entrecerraron y sus labios se curvaron. "No puede ser él" murmuraron con disgusto. El viajero, quien podía fácilmente ser confundido con un "sumo tori" (un luchador Japonés), cortésmente se inclinó y alegremente se presentó a si mismo: "Soy Morihei Uyeshiba de Wakayama. Si me disculpan. ¿Podría dejar mis cosas antes de comenzar?"
El campeón asintió con la cabeza. La expresión de los campesinos cambio de disgusto a comicidad. Mientras el retador dejaba sus cosas debajo de un árbol la gente sonreía y comentaba: "Es demasiado gordo, será una carnicería". Tras quitarse el sombrero y sus "geta" el joven contrincante, que usaba un delgado cordón para sujetar el ancho kimono a su cuerpo, trotó hasta el centro del camino.
En su mano derecha llevaba su "bokken" (espada de madera) favorita. Se detuvo a unos seis pasos de su contrincante e inclino la cabeza en señal de saludo. Ambos empuñaron sus bokkens. La pelea había comenzado.
Para ver la masacre
La ruidosa multitud se calló súbitamente. Con los ojos muy abiertos y expresión de asombro dedicaron toda su atención a los dos contrincantes. Fue una larga espera para ver la inminente masacre. Únicamente la suave brisa, que traía el fétido olor de los fertilizantes de los pastizales, evitaba que entraran en trance.
Los primero minutos fueron muy aburridos. Ambos hombres estaban inmóviles con sus espadas en las manos. De pronto, sin aviso previo el retador alzó su bokken sobre su cabeza y bajó su espada directamente sobre la cabeza del campeón. El campeón, en el último instante evadióel golpe y contra atacó pero Morihei bloqueo el contra golpe. El ruido de la madera al golpear, loa "tok" y "ugh" de ambos luchadores, rompió el silencio del aire.
Pero los movimientos cesaron tan abruptamente como habían empezado y ambos hombres quedaron una vez más quietos midiéndose mutuamente.
Hasta ese momento la competencia era pareja pero el tórrido sol iba haciendo mella. Morihei sentía arder su garganta y sus brazos se hacían cada vez más pesados.
El sudor rodaba a sus ojos y por caí por su espalda. Su kimono estaba húmedo y pegajoso. Se sentía incómodo...
tan incómodo que quería arrancarse el kimono. Pero en medio de su incomodidad se repetía si mismo. "Ten cuidado, ten cuidado. No te engañes". Por pura suerte Morihei se dio cuenta que el campeón parpadeaba por el sol. "¡Que suerte!" pensó y empezó a pensar en un plan.
Si pudiese atacar en el momento que su rival parpadeaba creía poder penetrar su defensa. Lentamente se colocó de modo tal que su espalda diera al sol haciendo sombra en su rostro. El campeón, sin sospechar, se movió también. De pronto se dio cuenta de la trampa.... pero ya era demasiado tarde.
Morihei, mientras gritaba un "ee-ei" que heló la sangre a los espectadores, atacó con su espada el costado de la cabeza de su oponente y detuvo el golpe justo antes del impacto. Un corte limpio. El héroe de la aldea concedió la victoria al retador y agacho la cabeza saludando al nuevo campeón.
La multitud se quedo en silencio. No podían creerlo.
Se miraban unos a otros en silencio. De improviso uno de ellos, recuperándose de la sorpresa, gritó "¡Banzai!" (hurra) y el resto se unió al coro "Banzai, Banzai por el nuevo campeón."
Morihei se calzó su par de "geta" y orgullosamente volvió al árbol bajo el cual había dejado sus cosas.
Los hombres se unieron a él mientras las mujeres preparaban la comida y las bebidas. Abundante arroz, pescado, carne, te y sake fueron puestos frente al grupo. Después de servir a los hombres y niños las mujeres, de acuerdo a la costumbre, se fueron a sus hogares sin probar bocado.
No poder comer más Morihei bebió taza tras taza de te tibio y sake para calmara su sed; comió su comida en grandes bocados.
Comió tanto como tres personas, hasta que no pudo comer más. Estaba tan lleno que apenas podía sentarse.
Mientras se apoyaba en un árbol sentía la fría humedad de sus ropas y empezó a sentir escalofríos. Se quitó la parte superior del kimono y empezó a exprimir el sudor. Los aldeanos pudieron ver la parte superior del cuerpo del nuevo campeón. "No es grasa", exclamaron.
"Miren como brillan esos músculos al sol.
Mientras Morihei se reclinaba en el árbol se sintió satisfecho. Ni siquiera el olor de los campos de arroz le molestaba. La suave brisa acariciaba su bronceado y sudoroso cuerpo secando el sudor. Totalmente relajado fijo su vista en el cielo azul. Vio las nubes jugar a las escondidas con el sol. Finalmente cerró sus ojos y empezó a recordar.
Su Pasado
Recordó a su primer maestro de artes marciales. El Maestro Tokuzabo Tozawa quien le enseño Kito-ryu (una antigua forma de Ju Jitsu). En aquel entonces era sólo un adolescente pero quedó fascinado y decidió que dedicaría su vida al dominio de las artes marciales.
Más tarde, cuando tenía 20 años estudió Yagi-ryu (una temprana forma de esgrima) con Masakatsu Nakai, un pequeño pero aguerrido samurai. Fue Nakai quien realmente le enseño a usar el bokken con destreza. El pequeño samurai dejo una profunda huella en su vida cuando le otorgó el grado de Cinturón Negro; símbolo de destreza y responsabilidad.
Durante la guerra Ruso-Japonesa (1904-1905) Morihei ingresó al ejercito Japonés. Aunque era extremadamente grueso y bajo de estatura (1.5 mts y 90 kilos) fue un excelente soldado. Incluso fue recomendado para entrenar cadetes pero rehuso. El extenuante entrenamiento básico prácticamente agotaba al resto de su compañía pero Morihei casi lo disfrutaba. Finalmente era recompensado por su continua dedicación a mantener su cuerpo fuerte y saludable.
Claramente recordaba como solía levantarse temprano cada mañana para levantar pesadas rocas y derribar árboles del camino.
Supervivencia del más apto En su descanso reflexionó sobre la competencia de esa tarde. Le entristecía lo que le ocurrió al viejo campeón pero creía en el concepto de la supervivencia del más apto. Cuando uno se vuelve viejo y lento eventualmente es derrotado. Reflexionó sobre si mismo y penso "¿Cuando será mi turno de ser derrotado?".
En ese momento un ráfaga de viento frío interrumpió su descanso.
Perezosamente abrió los ojos y se sorprendió al verse sólo. "Debo haber estado muy concentrado" se dijo mientras miraba hacía Tokyo y el magnífico atardecer en el horizonte. Las nubes blancas se volvieron rojas e iluminaron todo el cielo.
Lentamente, el Maestro Uyeshiba se colocó su kimono, recogió sus pertenencias y empezó a caminar hacía la gran ciudad buscando un nuevo oponente.
Articulo extraido de
http://www.geocities.com/tokyo/fuji/2029/